Bendita inocencia



Eran días de disfraces, cantos y dulces. Esperando cada hora, junto a la ventana a los seres queridos. Nunca he olvidado esa espera, veíamos el coche y corriendo con desenfreno bajaba las escaleras para abrazarlos. Hoy, otro día igual, recuerdo aquellos días con la misma ilusión. Permanece la esencia de aquélla bendita inocencia. Un sentimiento que nada ni nadie han conseguido arrebatarme, ni siquiera el tiempo...
Feliz Navidad

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